Se
efectuó ayer, por primera vez en nuestro país, y
según se nos afirma, en el mundo entero, una prueba
de producción de lluvia artificial, basada en un
principio electrónico concebido y desarrollado por
el distinguido profesor compatriota Dr. Oscar M.
Mendoza Otamendi. Dicho hombre de ciencia dirigió
las experiencias que se llevaron a cabo en el día de
ayer, asistido por un grupo de meteorólogos y
profesores del Instituto de Estudios Superiores, y
con la cooperación de la Fuerza Aérea Nacional, la
que puso a disposición de los investigadores un
avión bimotor, desde el cual se efectuó el
procedimiento necesario para la producción de la
lluvia artificial.
Los preparativos en la Escuela Militar
Aeronáutica
A
nuestro arribo a este instituto de la Fuerza
Aérea Nacional, con base en los alrededores de
Pando, fuimos recibidos por su Director, Cnel.
Gualberto P. Trelles, gracias a cuya
colaboración pudimos presenciar parte de los
preparativos que se realzaban. De inmediato
pudimos entrevistar al Prof. Mendoza Otamendi y
a sus eficaces asistentes, los meteorólogos
Prof. Néstor Píriz, Nélido Orechia Buró, Alberto
Jorge Berta y Roque B. Matta.
El Prof. Mendoza, oriundo de Rocha, es un
profundo investigador, especializado en el campo
de la bioquímica, materia sobre la cual ha
realizado diversos experimentos en nuestro país
y en el extranjero. Sus prolongados estudios
sobre la producción de lluvia artificial
-fenómeno cuya acción regularizada resolvería
notables problemas de producción agrícola- lo
llevaron concebir el sistema ensayado ayer y que
es completamente distinto al que se practica en
otras partes del mundo, especialmente EE.UU.
De la producción de agua mediante enfriamiento
de las nubes, originado por una descarga
partículas de hielo seco, procedimiento con el
cual se aprovecha el 5% del agua que contiene la
nube afectada, se llegó ayer a la utilización de
aluminio en polvo, eléctricamente cargado, que
provoca la precipitación -según se nos afirma-
de un 80% del agua contenida en la nube, y es un
procedimiento más barato. El Prof. Mendoza y sus
ayudantes estaban dando los últimos toques a los
bidones que contenían las partículas de
aluminio, y que serian lanzadas del avión. |
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El Prof. Mendoza Otamendi y el
meteorólogo Píriz, introduciendo en el avión uno
de los dos tanques empleados en el experimento,
conteniendo polvo de aluminio ionizado. |
Cómo se produce la "lluvia artificial"
Hasta llegar al perfeccionamiento del método empleado
ayer, el Prof. Mendoza desarrolló una serie de
experiencias aquí y en el extranjero, la última de las
cuales se efectúa en el interior, en septiembre de 1953,
con resultados satisfactorios. Según se nos explicó, el
primer paso a darse, para la producción de “lluvia
artificial”, es localizar una nube propicia. Los cúmulos
son los que más se prestan. Sobrevolando la nube
seleccionada, se lanzan luego -en paracaídas- los
bidones conteniendo polvo de aluminio finamente
dividido, e ionizado. Al explotar los tanques, el polvo
se disemina, alcanzando una extensa superficie de la
nube. Las partículas de aluminio ionizadas, o dotadas de
una carga de electricidad positiva -procedimiento en el
cual estriba el fundamento del sistema del Prof.
Otamendi- atraen a las partículas de agua de la nube,
que tiene electricidad negativa. Se forma así un núcleo
alrededor de cada partícula. Cuando la gran gota se
precipita, deja un vacío que, a su vez, atrae nuevos
núcleos, que se manifiestan en lluvia. Se aprovecha así
el 80% del agua de la nube.
El período de acción del aluminio ionizado es relativo,
aunque generalmente actúa con gran celeridad.
La prueba de ayer
Poco antes de las 16, quedó todo pronto para la
realización de la experiencia; el comienzo de la misma
se hizo en presencia de parte del personal del
aeródromo, algunos familiares de los investigadores, y
de cierto número de automovilistas que, desde la
carretera, detuvieron su marcha para observar los
últimos preparativos. Se encontraban presentes, en
representación de los Ministerios de Defensa Nacional, y
de Ganadería y Agricultura, los Ing. César Piacenza y
Romeo Arnaboldí, respectivamente.
La última observación de la atmósfera que cubría
el campo de aviación. no fue satisfactoria: los
cúmulus estaban demasiado estratificados, y
formaban una extensa capa, que no era propicia
para el experimento. Habría que buscar una nube
adecuada, pues, en un radio algo distante. A las
16 partió el bimotor AT-11, de la base
“Boísso-Lanza”, piloteado por el Capitán Barú.
Como copiloto, tripuló la aeronave el Tte.
Arriera. Viajaban además el Dr. Mendoza
Otamendi, el Mayor Escurcell, y el meteorólogo
Sr. Néstor Píriz.
Un parlante, conectado con la torre de
observación, iba brindando las alternativas de
la prueba. A las 16 y 15, el avión, en vuelo de
observación, sobrevolaba el Río Santa Lucía, a
2.500 metros y a cuatro grados de temperatura.
El vuelo se orientó, primeramente, a ganar
altura, para llegar al “cero térmico”,
temperatura que ofrece mayores posibilidades
para la condensación. A las 16 y 24, se
informó que el aparato atravesaba el plafón y
que se encontraban nubes propicias para el
experimento. A 4.000 metros y en cero
térmico, se dispuso el ejecutamiento de la
prueba. El avión volaba, a la sazón. en un
radio comprendido entre la boca de Pando,
Atlántida y el Camino Maldonado. Una vez
seleccionada la nube, se efectuó el primer
lanzamiento, a las 16 y 40. Un minuto más
tarde, se arrojó sobre la misma nube el segundo
tanque de polvo de aluminio ionizado. |
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El director de la prueba, el
piloto, el copiloto, y el mayor Escurcell, poco
antes de despegar el aparato
de la Fuerza Aérea Nacional. |
Vino
enseguida la información de que los tanques habían
explotado con éxito. De inmediato, la radio del avión
comunicó la esperada novedad. Tras una maniobra que los
colocó en situación adecuada para observar los
resultados del experimento, el avión atravesaba una
intensa cortina de lluvia, y se disponía a, regresar.
Lamentablemente, desde nuestra ubicación en el aeródromo
de Pando, nada pudimos apreciar, ya que el lanzamiento
se efectuó a distancia.
Declaraciones del Prof. Mendoza y otros viajeros
Al regreso de la prueba, el Prof.
Mendoza Otamendi, dando amplias muestras de
satisfacción, es recibido efusivamente por sus
familiares y allegados. |
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A su regreso a la base de Pando, los
investigadores fueron recibidos con gran
regocijo por sus familiares. Se traslucía, en el
ánimo del Prof. Mendoza Otamendi, que había
obtenido amplio éxito en su prueba. Hablamos
primeramente con el piloto, Capitán Barú. quien
nos dijo que había advertido claramente una
precipitación fluvial, en el sector donde fue
atacada la nube con las descargas de aluminio.
El Prof. Mendoza nos declaró que las nubes no
habíanse presentado de! todo propicias; eran
cúmulus “desbigarrados” sin unidad de tormenta.
No se pudo lograr, además, una temperatura de 4°
bajo cero, que es la ideal para la realización
del experimento. Se debió trabajar con 2° y 3°
bajo cero. Efectuado el lanzamiento -prosiguió
declarándonos el Prof. Mendoza- los paracaídas
se abrieron perfectamente, y las “bombas”
estallaron en perfectas condiciones. La primera
diseminación de aluminio en polvo produjo la
precipitación fluvial, y la segunda la aceleró.
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Cuando el avión dio la vuelta, añadió, sus cristales
quedaron empañados por la lluvia. Esta se precipitó
principalmente sobre la zona de Pando. Finalizó diciendo
el investigador, que se hallaba satisfecho con el
resultado del experimento. Lamentablemente, como nos
explicó luego el Prof. Néstor Píriz, no se pudo contar,
por el apremio con que se efectuó esta demostración, con
un sistema de contralor de pluviometría, o sea una red
de observadores que, emplazados en distintos lugares.
midieran efectivamente los resultados de la “lluvia
artificial”. Nos expresó este meteorólogo, que es la
aspiración del Prof. Mendoza, y de sus compañeros,
seguir investigando sobre el problema de la “lluvia
artificial”. Como ya dejamos dicho, este procedimiento
científico, para cuya realización se efectúan constantes
experiencias en el mundo entero, podría constituirse en
la solución de los serios problemas que originan las
sequías.
El científico compatriota, rodeado de sus
familiares y amigos, después de efectuada la experiencia
de producción de “lluvia artificial”
Transcripción textual
del recorte del diario El País del 1º abril de 1954,
del archivo del Museo Aeronáutico,
vía Eduardo Luzardo en Foro Ratones de
Hangar
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Publicado en Memorias del Tiempo de Vuelo
www.pilotoviejo.com,
en setiembre de 2007
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