El Mustang FAU 252: un avión que no muere

Un avión que fue construído 

para una guerra que ya había terminado, 

y que luego fue enviado al Uruguay 

para una guerra que nunca comenzó.

 

Un avión que lleva a la muerte en un lago 

a un joven aviador, 

y que casi cuarenta años después, 

es recuperado del fondo de las aguas

en presencia del sobrino del piloto.

 

Un hombre que sueña desde su adolescencia 

con poseer un Mustang, 

finalmente cumple su sueño 

y reconstruye el FAU 252 pieza por pieza 

hasta que queda pronto 

para volar de nuevo.

 

Una revista de historia aeronáutica 

que hace continuar el viaje de los recuerdos, 

al publicar un artículo 

sobre el avión reconstruído.

 

Una página en Internet, 

que trasmite al sobrino 

la historia contada por uno de los testigos presenciales, 

lo que le hace decir: 

"gracias por este recuerdo del tío que nunca conocí".

 

Historias, recuerdos, pasiones, reencuentros. 

Memorias del tiempo de vuelo.


 

 

Finales de 1950:  llegada al Uruguay de los F-51 Mustang

Los North American F-51D Mustang llegaron al Uruguay en tres grupos. El primero de ellos, el Grupo Rojo, arribó el 22 de noviembre de 1950.  El Grupo Azul llegó el 24 del mismo mes. Y finalmente el Grupo Blanco aterrizó en Carrasco el 4 de diciembre de 1950.  Eran 23 aviones que con otros dos que finalmente arribaron por barco,  completaron los 25 que había comprado el gobierno uruguayo, junto con 11 bombarderos B-25J y 3 transportes C-47.  

Los hechos políticos en la vecina República Argentina obligaban al Uruguay a reforzar sus defensas militares.

En mayo de 1951 se creaba el Grupo de Aviación No.2 Caza, y recibía como dotación de vuelo los 25 Mustang F-51D.


 

 

El primer accidente mortal

Entre estos Mustang estaba el avión que tenía el numero original de serie 44-63476 de la USAAF (United States Army Air Force), al que se le adjudicó la matrícula 252 de la Fuerza Aérea Uruguaya.  El 8 de agosto de 1955 el FAU 252 se estrelló en el Lago de Rincón del Bonete, durante un ejercicio de tiro real, matando a su piloto y desapareciendo bajo las aguas del lago.  

Fue el primer accidente fatal en los F-51.


 

 

Las enseñanzas del pasado

Casi 20 años después, volando T-33, el recuerdo de ese accidente se mantenía vivo en cada "briefing" previo a las misiones de entrenamiento de tiro real.

El polígono de tiro del Grupo 2 estaba en la Isla 7 del Lago de la Represa de Rincón del Bonete, rodeado de aguas siempre tranquilas .  El brillante espejo en que ciertas condiciones de luz convertían al lago, se constituía en una trampa mortal para aquel piloto que no prestara atención al altímetro, y se confiara en su percepción visual de la distancia hasta la superficie del agua. 

Se suponía que eso le había ocurrido al piloto del Mustang FAU 252: desatendió controlar el altímetro para salir de la picada con la altura necesaria, y fue engañado por una falsa percepción de lejanía de la superficie del lago, continuando la pendiente del padrón de tiro hasta hundirse en las aguas...

Le llamábamos "el encantamiento del lago", y el recuerdo del FAU 252 nos ayudaba a evitarlo.


 

 

Memorias del Tiempo de Vuelo

Otros treinta años más y ahora nuestro vuelo es "virtual".  "Volamos" por Internet en una autoimpuesta misión de rescate de los objetos gráficos y sonoros que nos recuerden los aviones que volamos, y de las historias que nos recuerden a aquellos con los que volamos.  Y las rutas de las personas en Internet se cruzan y recruzan, salvando las distancias con aun mayor facilidad que el propio vuelo...

Cierto día me llegó un email de un tal P. Thomasett, que me escribía:

 

Mirando las fotos de los Mustang
le pregunto si conoció a mi tío
fallecido piloto en accidente en el lago de Bonete,
salió de la Brigada Aerea II de Durazno y se estrelló alli,

Yo trabajo en la central hidroeléctrica junto a dicho lago,
tengo algunas fotos de cuando rescataron el avión del agua en 1994,

Saludos,

P. Thomasett

 

Dándome cuenta que no conocía bien la historia del accidente de su tío, puesto que en realidad el vuelo que terminó en ese accidente había despegado de Carrasco, le contesté con el siguiente mensaje:

 

Estimado P. Thomasett:

No tuve el honor de conocer a su tío Jorge, porque recien ingresé con 16 años a la Fuerza Aérea en 1965, 10 años después del accidente en el Lago de Rincón del Bonete.

Pero sí conocía del insuceso.  Veinte años más tarde, el conocimiento de las circunstancias del mismo nos servía a los pilotos que realizábamos idénticas maniobras de práctica de tiro, para evitar similar accidente cuando la superficie del Lago está tan quieta que literalmente no se vé, que es lo que se supone le ocurrió a su tío.

En realidad, la escuadrilla de 4 aviones de la que formaba parte el Tte.2° Jorge Thomasset había partido de Carrasco.

Como muy posiblemente sea de su interés, transcribo lo escrito por el historiador oficial de la Fuerza Aérea, el Tte.2° aviador retirado Juan Maruri, que detalla las circunstancias de lo ocurrido ese 8 de agosto de 1955. Maruri sabe bien lo que pasó ese día, no en su caracter de investigador, sino porque era uno de los pilotos integrantes de la escuadrilla, y presenció el accidente.

"El día 8 de agosto de 1955, lluvioso y gris, sin mucho viento, se planificó una misión de bombardeo a la Isla N° 7, de una formación de cuatro F-51 que bombardearían individualmente, con bombas de ejercicio de 100 lbs, en pasajes bajos. El guía de la formación o N°1 el Cap. Jorge Borad en el F-51 N° 250, el N° 2 el Tte. 2° Jorge Thomasset en el N° 252, el N° 3 y guía de la 2° Sección el Tte. 2° Juan Maruri en el N° 266 y el N° 4 el Tte. 2° Juan A. Dobrich en el N° 265.
Luego de arribar al lugar, aproximadamente a la hora 14 :00, el N° 1 descendió en forma individual para realizar su ejercicio, mientras la formación, ahora guiada por el N° 3, se mantenía arriba a unos 2.000 pies. Cuando el Cap. Borad finalizó su lanzamiento, fue ascendiendo hasta la formación mientras descendía el Tte. Thomasset para realizar el suyo, que sería controlado al igual que el N°1 por el N°3. El aparato del Tte. Thomasset colocado en la trayectoria hacia la Isla N°7, en una picada suave, quizá a unas 280 millas indicadas, chocó contra la superficie del lago (que en esos momentos parecía un espejo) desapareciendo en segundos, luego de haberse destrozado con el impacto, quedando el lugar donde se hundió, con círculos concéntricos, que marcaban el lugar del accidente. Enterado el Cap. Borad de la tragedia que no la pudo ver por estar ascendiendo hasta la formación, ordenó a la 2° Sección que se desprendiera de las bombas sobre el lago y se dirigiera a Carrasco, aterrizando él en la pista de césped de la Base Aérea N°2, para que allí se tomaran las urgentes providencias del caso. Ese fue el primer accidente fatal con los F-51, en él perdimos al primer compañero de nuestra promoción."

( fragmento de la "Historia de los Mustangs en la FAU"  de Juan Maruri)

 

Días mas tarde, el sobrino del Tte. Jorge Thomasset me agradecía por "este recuerdo del tío que nunca conocí", y me enviaba por email las fotos tomadas de los restos del F-51 Mustang FAU 252, que sumergido en el fondo del Lago de Rincón del Bonete, había sido recuperado en 1993.


 

 

Un hombre tras un sueño

Bob May nació en Canadá, a mitad del siglo XX, y creció en una granja, no lejos de un pequeño aeródromo donde la Royal Canadian Air Force tenía los restos del inventario de F-51 Mustang que una vez formaron parte del RCAF City of Winnipeg  402 Fighter Bomber Squadron.  Bob recuerda que había  unos 15 Mustang allí, la mayoría de los cuales luego serían vendidos a restauradores en USA, donde aún continúan volando.

A mediados de los 60's, en sus visitas al aeródromo para comprar ladrillos usados que alli vendían, el padre de Bob debía negarse a los requerimientos de su hijo adolescente, que pretendía que comprara uno de aquellos magníficos aparatos, que se vendían  por 500 dólares cada uno.

Estas visitas al aeródromo de Carberry, fueron el primer contacto de Bob May con la aviación, y marcaron su destino.  A su tiempo, Bob se dedicó en forma profesional a la aeronáutica, volando en el Norte de Canadá para hacer el abastecimiento de esas remotas regiones accesibles solamente por el aire. Mas tarde formó su propia compañía, Keewatin Air, que inicialmente operaba Beavers y Cessnas 185.  

Pero Bob jamás dejó de pensar en los Mustang .  Cada tanto investigaba el mercado de estos aviones, encontrando que por supuesto ya no se vendían a 500 dólares sino a 25.000.  Y cuando pensaba que tenía el dinero necesario para hacerse de uno de ellos, encontraba que el precio había trepado a 125.000, y luego aún más, quedando siempre fuera de su alcance. Sin embargo, Bob decidió que poseería un Mustang, y que para ello debería armarlo él mismo.


 

 

Búsqueda y rescate del FAU 252

A partir de 1990, Bob  comenzó a comprar partes de F-51 a través de Trade-A-Plane y del teléfono.  Finalmente se contactó con Rocky Medina, un californiano que había localizado en Uruguay, un Mustang que eventualmente era posible recuperar del fondo del lago donde se había estrellado en agosto de 1955, matando a su tripulante.  Era el FAU 252 y el piloto era el Teniente Jorge Thomasset.

Tras haber leído en un libro sobre Mustangs latinoamericanos sobre el FAU 252, Medina había viajado al Uruguay, y obtenido, tras largas negociaciones con la Fuerza Aérea Uruguaya, los derechos de rescate de los restos del Mustang del fondo del lago.  Un obstáculo mayor había sido la obtención de la anuencia de la viuda del piloto fallecido, la que no había vuelto a casarse.  El trágico accidente se había producido muy poco después de su boda, y aún anciana, continuaba enamorada de su joven teniente.  Pero, finalmente, también se obtuvo su consentimiento.

En sus viajes al Uruguay, Medina había conocido a una mujer que aseguraba saber con exactitud el lugar donde estaban sumergidos los restos del FAU 252.  Bob y Rocky comenzaron su búsqueda en el lugar por ella indicado, confiados en que lograrían su objetivo en unos pocos días.  Tanta confianza tenían, que la primera expedición al Uruguay, Bob la realizó con toda su familia.

Se alojaron en la ciudad de Paso de los Toros, a la que recuerda como un pequeño pueblo dedicado a la ganadería.  Cuenta Bob que se alojaron en el mejor hotel de la ciudad, pagando 3 dólares por noche, por una habitación con puerta corrediza...  Sus hijos bromeaban con el nombre del pueblo, señalando que no debía ser Plaza de los Toros, (así lo habían captado), sino Plaza de los Turistas Perdidos, ya que eran los únicos de tal condición en el lugar...

Inciadas las operaciones de búsqueda, la gente del pueblo, descripta por Bob May como muy amable, demostró su curiosidad por saber qué estaba ocurriendo.  Según Bob, algún grupo identificado con los postulados de Greenpeace, decidió que el gobierno había planeado la instalación de una Central de Energía Nuclear en la zona, y que las actividades de los canadienses eran estudios conducentes a esos propósitos.  Pese a las explicaciones de Bob y Medina sobre que la razón era el rescate de un avión sumergido, la observación del equipo de sonar y el magnetómetro utilizados en la búsqueda de los restos, solamente sirvió para confirmar la versión de que equipo de última tecnología se estaba utilzando para estudiar las posibilidades de las aguas del Río Negro para el enfriamiento de la supuesta planta nuclear.

Se necesitaron varios viajes y más de un año, para finalmente encontrar los restos del avión, a tres millas del lugar indicado por la testigo.  Es posible que el dato proporcionado por la testigo fuera exacto, y que el avión se hubiera desplazado flotando llevado por la corriente.  Estaba a una profundidad de 20 metros.


 

 

Una cosa es rescatar el avión,

y otra muy diferente es llevárselo...

La prensa no demoró en llegar, y tras haber desaparecido el tema de la central nuclear, otro surgió y tomó caracter de escándalo público: el de la defensa del patrimonio histórico, causado por lo que se hizo aparecer como el "intento de robo de un tesoro nacional".  Ante ello, las autoridades de la Fuerza Aérea y del Museo Aeronáutico debían tomar alguna acción al respecto. 

Y aunque la FAU nunca incautó los restos, a Bob May y Rocky Medina les llevó dos años más lograr llevar el FAU 252 o lo que quedaba de él, para los Estados Unidos.

Para ello tuvieron que (asesorados por la propia FAU, que según Bob "debió salir a salvar la cara") demandar al Estado uruguayo por el costo de la búsqueda y rescate del avión.  Finalmente, ese costo se valuó en un precio que la Fuerza Aérea Uruguaya saldó con la entrega de los propios restos del FAU 252.  

A finales de 1994, todas las partes rescatadas del fondo del lago, fueron embarcadas para los Estados Unidos.


 

 

Los restos del FAU 252

Las fotografías muestran un increíble buen estado de conservación de algunos de los restos del avión, lo que probablemente tenga como causa que estaban enterrados en el lodo del fondo del lago, preservados por ese fango del destructor oxígeno.  Sin embargo, otras partes como el fuselaje, estaban considerablemente deterioradas por la corrosión.

Bob May quedó bastante desilusionado por ello, puesto que los estudios previos sobre la neutralidad del agua del lago, inducían a pensar que el avión no estaría demasiado afectado por el largo tiempo sumergido.  Muy probablemente, ello hubiera ocurrido así si el avión hubiera estado hundido en aguas quietas.  Pero el fuselaje no estaba enterrado en el fango del fondo del lago, sino que estaba expuesto permanentemente a la corriente de las aguas hacia las turbinas de la  Represa, en un continuo proceso de oxidación.

Parte superior del fuselaje

 

Sin embargo, Bob no se fué con las manos vacías.  La placa de identificación de fábrica, el elemento más valioso, estaba en perfecto estado con sus datos perfectamente legibles, y finalmente, durante la reconstrucción se utilizaron varias otras partes de lo rescatado en el lago.

Parte del plano central del FAU 252, rueda y neumático en excepcional estado de conservación

 

Impecable estado de los tubos de escape y cables de encendido

 

Comandos de motor y compensadores de superficies de vuelo


 

 

La restauración

Bob May envió al FAU 252 a Tri-State Aviation in Wahpeton, North Dakota, donde lo desmontaron separando las partes que estaban en condiciones de ser reutilizadas, fundamentalmente brackets y conectores.  

La búsqueda de partes para el Mustang nunca había cesado. Una sección completa de la cola se encontró en la misma Winnipeg. 

 

 

Mientras en Tri-State Aviation se reconstruía el fuselaje, en Odegaard Aviation se construían desde cero las alas, aunque utilizando, cuando era posible, partes extraídas de los restos del FAU 252.  Luego el fuselaje se envió a Midwest Aero Restorations in Danville, Illinois, para realizar el trabajo de detalle.

 

Cuando alas y fuselaje estuvieron terminados, todo se llevó nuevamente a Wahpeton para el armado final.  

El motor se había encontrado en Quebec y había sido puesto a nuevo por Dwight Thorne en Mystery Aire.

 

 

 

Aunque la meta del proyecto era la autenticidad en la reconstrucción, al Mustang se le agregó otro asiento en la cabina.  Bob May expresó:  "Un purista podrá decir que por ello no es exactamente igual al original, pero no puedo imaginar tener un avión como éste y no poder llevar a alguien a dar una vuelta..."


 

 

El esquema de pintura

Su deseo de siempre era pintar al Mustang con colores canadienses, pero ninguno de los esquemas usados por los Mustangs de la RCAF en la WWII le parecía adecuado. Y en su mente se mantenía el recuerdo de los F-51 del City of Winnipeg Squadron que habían sido el origen de su pasión por estos aviones.

Cierto día estaba conversando sobre su proyecto Mustang con el dueño de una tienda de hobbies, un ex RCAF, cuando entró un hombre que se interesó en la conversación.  Enterado de qué se trataba, el hombre dijo tener una diapositiva a color de un Mustang del City of Winnipeg Squadron !!

Y el ex FAU 252 fue pintado copiando exactamente el esquema mostrado por esa diapositiva que por extraños designios del destino llegaba ahora a manos de Bob May.

La nueva matrícula estadounidense, N63476, coincide con los últimos dígitos del número de serie USAAF del avión 44-63476.  Para que ello fuera así, Bob localizó al dueño de la aeronave que anteriormente ostentaba esa matrícula, un pequeño avión de turismo, y lo convenció de cedérsela al Mustang, a cambio de una pintura general para el  anterior N63476...

 


 

 

Renace un Mustang

En agosto de 2004, quince años después de que Bob May iniciara su proyecto, y cincuenta años después de desaparecer en las aguas del Lago de la Represa de Rincón del Bonete, con Bob Odegaard en los comandos, el FAU 252, ahora N63476 "City of Winnipeg Squadron", volvió a volar.

 

fotos de Paul Bowen en  WARBIRD DIGEST #6 winter 2005,

vía Gary Khun, Eduardo Luzardo y Wilman Fuentes

 

 

Este Mustang sigue fiel en el cumplimiento de su destino: VOLAR.

 

Pilotoviejo

2da Edición, diciembre de 2005  


 

Fuentes:

  • Escuadrón Aéreo No.2 (Caza) - 50 Años de Historia, por Juan Maruri
  • Renace el F-51D de la Fuerza Aérea Uruguaya con matrícula de los E.E.U.U., por Gary Kuhn - Gaceta de la Aviación, No.28, diciembre de 2002

  • WARBIRD DIGEST #6 winter 2005

  • P-51 Mustang Survivors, http://www.p51.mustangsmustangs.com/survivors/p51/44-63476.shtml 

  • Fotos de la llegada de los Mustang, vía Fernando Díaz

  • Fotos de los restos recuperados, vía P. Thomasett

  • Fotos del Mustang reconstruído, Dick Phillips

  • Foto del Mustang volando, Paul Bowen, en WARBIRD DIGEST #6 winter 2005

  • Archivo de comunicaciones, Memorias del Tiempo de Vuelo

Se agradece la colaboración de:

  • Gary Kuhn

  • Eduardo Luzardo

  • Wilman Fuentes